La cruz que corresponde a la cara de la cantidad de beneficios que para nosotros los docentes puede suponer nuestra presencia en las redes y la intermediación de estas en nuestra relación con el alumnado se manifiesta cuando nos acercamos a la problemática de nuestra propia identidad digital y la de nuestros alumnos, casi todos menores para más inri.
Como nos recuerda Eva Moritz en su blog En Red a 2, no existe un profesor en el mundo real diferenciado del otro, del que habita en el mundo , lo que además para los alumnos no supone problema alguno, ya que ellos son de sobra conscientes de que somos la misma persona en el entorno digital y en el entorno personal, y en ambos nos identifican. Una primera clave sería conseguir que ellos, que son también reales y digitales al mismo tiempo, sean responsables de lo que hacen en la Red ( identidad digital) y sean conscientes de que sus actos tienen consecuencias, y de que, además, la identidad digital que se están creando en estos momentos acompañará el resto de sus vidas.
Nuestra condición de “autoridad cultural” ante el alumnado hace que les sirvamos de guía y de modelos de actuación en la Red, y que se espere de nosotros un papel más activo (creando nuevos contenidos), mientras que el suyo sería más receptivo (asimilando lo presentado por el profesor-orientador).
A partir de esta identidad digital y de las relaciones que establecemos con las identidades digitales receptoras de nuestros mensajes podremos conseguir que cada alumno construya su propio entorno personal de aprendizaje.
Irakasle baten Identitate digitala + PLE: de http://bertamares.blogspot.com
Con este cuadro explicativo se representa la importancia de crear una identidad digital y de la influencia de ésta en nuestro alumnado.
En un mundo donde las redes sociales se han mudado a nuestro día a día, no cabe otra alternativa más que asimilar esta realidad y concienciar al alumnado de los peligros que pueden sobrevenir en el uso de las mismas. Lo apunta Juan José de Haro en su post Identidad digital y redes sociales en su blog Educativa, cuando expone: “la sorpresa puede surgir cuando vemos nuestro nombre asociado a una foto que no hemos subido nosotros, una lista de antiguos alumnos que algún compañero de la infancia ha colocado en Facebook, o un comentario en un foro hablando directamente de nosotros”. Ciertamente nuestra exposición (y la de nuestro alumnado) no es fácilmente controlable, pero se puede hacer si se toma una actitud activa y no pasiva:
Según recalca el propio Juan José de Haro en el citado post, los centros educativos deben enseñar a los alumnos a manejar su vida privada la Red.
Es indispensable que les enseñemos a vivir y convivir en Internet, poniendo límites especialmente en torno a la privacidad, enseñarles a respetar el trabajo de los demás y fomentemos el trabajo colaborativo, de unos alumnos con otros en colaboración a través de las redes sociales ya que con ello fomentamos el autoaprendizaje, enseñándoles a establecer las conexiones necesarias con las personas apropiadas.
josemanuelbusto 
Una gran aportación José Manueil